Agustín Charles

Un magnífico texto que publicó en su muro de facebook Agustín Charles Soler, Catedrático de Composición del CSMA. 

Salvemos el Conservatorio Superior de Música de Aragón (CSMA)

Se dicen muchas cosas del CSMA, la mayoría cercanas a la realidad, pero también muy confusas, lo habitual en casos como este. Pero lo que al final está ocurriendo en Zaragoza no es más que una cuestión que tiene que ver más con el modelo de centro que no con el tema del profesorado, lo cual no es más que una consecuencia de un modelo terriblemente anticuado, basado en enseñanzas medias, y que fomenta, sobre todo, la mediocridad.

Es bien cierto que desde el año 1990 no ha habido oposiciones de ningún tipo en un Conservatorio Superior de índole Estatal (la mayoría fueron traspasados tal cual a las comunidades autónomas), pero esto tiene que ver más con la eterna provisionalidad en la que la enseñanza superior se mantiene en España desde antaño. Sólo los modelos de ESMUC y Musikene tiene un régimen de funcionamiento propio e independiente, en el que se han tenido muchas de las cuestiones que son problemáticas en otros centros, y que son las que convienen a un centro Superior de Música con aspiraciones formativas de alto nivel. Resultado: una imagen externa de calidad, que traspasa las fronteras, algo que no han logrado el resto de conservatorios españoles, también superiores, porque se han quedado con el mismo régimen que nace en la legislación de 1966, donde las sucesivas modificaciones (incluídas LOGSE y Bolonia), han seguido manteniendo su estatus de secundaria, con una total imposibilidad de cambiar el modelo de relación del profesorado, y donde el cuerpo de catedráticos ha mantenido unos aparentes privilegios sobre el resto de profesores, siempre interinos, o como en el caso de Zaragoza, con un perfil de profesor especialista. 

Con ello no quiero decir que no haya magníficos profesionales en estos conservatorios, aunque como diría Max Weber, esto es más fruto de la casualidad que no de una concepción de enseñanzas musicales superiores. Así las cosas, el Conservatorio de Aragón ha mantenido un difícil y peligroso equilibrio entre el modelo de secundaria tradicional y otro de carácter semi-privado, lo que evidentemente ha provocado su actual problemática. Esto es: si se pertence a secundaria, finalmente es la inspección de secundaria la que tiene el poder absoluto sobre el centro, el cual puede utilizar del modo que más le convenga, pero que en la mayoría de casos se limita al control de horarios de los profesores, y NUNCA a la calidad educativa. Con estas condiciones es imposible que un centro superior pueda realizar los objetivos de calidad que se le exigen, porque simplemente, los mejores profesionales, y con esto entiendo a aquellos que desarrollan verdaderamente una profesión musical (instrumentistas, compositores, etc), se quedan directamente fuera porque acaban siendo permanentemente incompatibles con la actividad artística y la docencia, y al menos eso es así delante de una inspección de secundaria, que es la que decide finalmente las condiciones laborales de todo el grupo.

El tema de profesorado de calidad parecía resuelto con un simple salto al vacío, del que CUIDADO!, la administración tenía total conocimiento. Pero claro, este fino hilo de supuesta legalidad-ilegalidad, por otra parte sobrevenida por la total inhibición de la propia administración, es fácil de cortar con un cambio de personas con un propósito legalista de tintes fundamentalistas, y más aún a instancias de denuncias que, aunque puedan parecer lógicas y legales, lo que pretenden es destruir y culpabilizar a personas que entregaron esfuerzo y años de trabajo a este proyecto, en cuestiones clave que además la administración tenía que haber solucionado. Puede que hubieran cosas confusas por falta de explicación o claridad, pero el gran grueso de aciertos es inconmensurablemente más importante. 

Al final, sin embargo, lo que queda claro es que el modelo tradicional está TOTALMENTE AGOTADO, y sólo hay una solución: encontrar otro modelo que permita una emancipación del sistema Superior de Música, y le de la independencia que precisa. ESMUC y Musikene lo han conseguido, mediante un sistema de Fundación Pública que lo sostiene, sin que esto suponga un mayor incremento económico, contrariamente a lo que malintencionadamente se dice a menudo (las miserias que siempre nacen como salpullidos en nuestra sociedad), lo que revierte directamente en una mayor calidad y una administración más adecuada de los recursos. Sin cambios sobre el modelo tradicional, es totalmente imposible que la música española pueda alcanzar la excelencia que debería tener. Finalmente quedan de nuevo únicamente las individualidades, algo que no crea el oleaje de cambios que la educación musical española necesita...., sólo mantiene la continuidad de un modelo caduco.